jueves, 25 de septiembre de 2014
CAMINARÉ HACIA TI (de Roberto Vera)
Caminaré al alba hacia ti,
hacia el misterio de tus ojos claros,
de tu cuerpo de insinuantes contornos;
hacia tus palabras mágicas,
embrujantes.
Quiero llegar a ti,
estar en ti,
dentro tuyo,
compartir largas horas, días, noches,
contigo.
Con tu saber, tu creatividad,
con tu ternura,
con tu voz aterciopelada,
con tus labios de almendras..
Quiero llegar a ti,
estar en ti,
en tu corazón de pájaro,
por el resto de mi vida,
de nuestras vidas.
Quiero estar en ti.
NO TIENES IDEA DE CUÁNTO TE EXTRAÑO (de Roberto Vera)
No tienes idea de cuánto te extraño, pero no te buscaré. No tienes ideas de cuánto te quiero, pero no te lo diré. No tienes idea de cuánto te espero, pero no me ilusionaré.
sábado, 5 de julio de 2014
TU ACENTO (de Roberto Vera)
Hay un perfume que ronda por mi costado,
es el azul de tu voz
que siempre espero
mirando el balcón de tu país
desde aquí, desde mi cama celeste,
enredado en el paisaje de tu alma.
No quiero reprimir más la luz
de las caricias
que vendrá junto a tu vientre
.
jueves, 22 de mayo de 2014
NOSTALGIA (de Roberto Vera)
Siento nostalgia de tus pechos, de tus labios, de tus caricias tibias, amorosa; de tus voz de calandria en las tardes de enero, Siento nostalgia del camino que nos llevó alguna vez hacia aquella pequeña catarata en donde saltábamos y cantábamos. De la costa de aquel río en donde pescábamos sin pensar más que en nosotros y la naturaleza. De la costumbre de levantarte el mechoncito de tu pelo, de tu cola metida en esos jeans azules; del sonido de tu mirada detrás de mi nuca, de tu inteligencia, de tus enojos cuando te enterabas de una injusticia, de un maltrato, de una hijaputés, como decías. Siento la presencia de tus pasos en la arena cuando caminábamos kilómetros por la costa; del canto de los pájaros, de la tibieza del sol sobre nuestros cuerpos, de tu mano enlazada con la mía.
.
martes, 8 de abril de 2014
ESTOY ENAMORADA DE MI CUERO (Poema de Martha Rivera-Garrido*)
Estoy enamorada de mi cuerpo, y la verdad es que no sé si todas las mujeres de cincuenta años lo están. Esto no es un cliché… es cierto. Mis senos no son los mismos de los 20 años, porque de alguna manera son mejores: cuando se depositan en una boca, está la reminiscencia indeleble de las bocas que parí. Ya no es sólo miel si no también leche, leche, leche, esa hermosa palabra. De las tetas que fueron mamadas a borbotones, puesto que soy una vaquita lechera, hay memorias tan placenteras como las de cualquier labio tierno. Leves en su gravedad, tibios, más largos que los que exhibí sin brassier allende estos tiempos, alimentan mis senos la imaginación de quien deseo y me desea. Tienen esos pezones enormes y rítmicos, la inmensa sensorialidad de acoplarse a los estertores de la boca que los espera. No tiemblan: hacen temblar. Mis carnes han macerado la pasión que he cuidado a lo largo de estos años, y también el poema. Tienen una especial suavidad, una región secreta para cada caricia, donde todo estuvo antes expuesto, y un asombro nuevo cada vez; porque me descubro en ellas. Las líneas alrededor de mi boca (he descubierto recientemente) solamente son bellas cuando sonrío, y no me cuesta sonreír de modo que siempre puedo ser bella! Las pecas de los muslos han dejado de ser imperfectas: se han convertido en un mapa solamente descifrable por la lengua, una lengua, la lengua que las cuenta. El cabello, salvaje como siempre, tiene un tono menor de espiga seca (menor al que algún día tuvo) pero desespera los dedos de quien me ama e intenta ver mis ojos en el momento crucial de la plenitud de los cuerpos… igual que siempre. Amo mi edad como no supe amar ninguna otra. Amo lo que sé de mí y lo que doy en ello. No quiero volver a ninguna parte de mi historia: estoy entera, estoy amando, estoy viva y lo sé, estoy en esto.
* Poeta dominicana contemporánea.
ELEGÍA A RAMON SIJÉ (De Miguel Hernández*)
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento.
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.
.
*Miguel Hernández. Poeta y dramaturgo. Nació en Orihuela, España, en 1910. Hijos de campesinos pobres, su formación fue escencialmente autodidacta, pues no pudo pasar de la escuela primaria. Leyó profundamente a los clásicos de la poesía española. Después llegó a Madrid y conoció a los jóvenes poetas españoles del momento.: García Loca, Aleixandre, Salinas, Jorge Guillén y también al chileno Pablo Neruda. En sus obras es notoria la influencia de Góngora y de los surrealistas en boga en esa época. Al estallar la guerra civil, a raíz de la rebelión fascista, se alistó como soldado y defendió la República con el fusil en las manos y con sus poemas. En 1942, a los 32 años de edad, murió en la cárcel franquista de Alicante. Sus obras más importante: ”El rayo que no cesa”, “Perito en luna”, “El silbo vulnerado”, ”“La nana de la cebolla”, “Viento del pueblo”, “Cancionero y romancero de ausencia”.
El poema que aquí publicamos, “Elegía a Ramón Sijé”, lo escribió al enterarse de la muerte de su amigo de la infancia y adolescencia. Y constituye una de las elegías más bellas escritas en lengua castellana.
Roberto Vera .
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