lunes, 21 de mayo de 2007

Millie

Millie se miró en el vidrio de la puerta de entrada del aparthotel. Se acomodó el jean destacando sus caderas un poco más, bajó la blusa para que sus sintéticas tetas salieran generosamente, sonrió para sí misma sin importarle que el viejo de traje parado en el lobby la observara libidinosamente, y, con decisión, entró.
Cuando pidió las llaves de la habitación trescientos ocho, el joven conserje la comió con los ojos mientras le informaba que un caballero ya estaba allí esperándola.
Giró hacia el ascensor, y dentro de sí misma, explotó una carcajada. Si se demoraba un momento más para tomarlo, tendría que pedir un quirófano para sacar los ojos del muchacho de sus nalgas… y mientras la puerta se cerraba, lo miró provocativamente, pasándose la lengua por los labios perfectamente pintados y dejándola sólo un instante afuera, simplemente para gozar del efecto que sabía provocaba, pero quería reconfirmar. Él se sonrojó.
_­­­­­­­­­­­­Como todos, pensó. Un mirón…
Ya frente a la habitación, golpeó la puerta con firmeza. Raf la abrió acomodándose su melena por reflejo.
Millie le dió un beso húmedo en la boca, le acarició la cabeza y tiró su cartera en una silla mientras se sacaba las sandalias dejando sus pies al desnudo y sacudía su pelo sensualmente desordenado por el viento que tuvo que enfrentar en las dos cuadras que recorrió desde el colectivo al hotel y lo miró sumisa y agresivamente a la vez.Mientras, el televisor dejaba oír las voces archiconocidas de los personajes de Los Simpson.
Raf le contó que había salido antes del trabajo para esperarla.Estaba incómodo, de golpe tomó conciencia que había dado un gran paso y ahora no sabía como proceder con el hembrón que tenía enfrente, evidentemente decidida a todo.No pensó que aceptaría una cita con él.Se aproximó y la miró sonriendo. La besó. Un beso suave, húmedo, incitante, al que Millie respondió con todo su cuerpo, entregada y deseosa. Le quitó la blusa y se percató de que no tenía corpiño. Mientras la besaba y acariciaba, ella hacía lo propio con su joven y firme aunque tembloroso efebo; y pronto el temblor se transformó en fiereza, en una contienda silenciosa de cuerpos entregados y sin aire.
Quedaron enredados, el abrazo se transformó en una mezcla de piernas, bocas, humedades que iban creciendo y ganas que se dejaban hacer.A un ritmo intenso pero suave, Millie podía sentir cada milímetro del sexo de Raf entrar y salir de su cuerpo volviéndola loca. Acariciaba con las uñas el pecho lampiño, con la boca los brazos fuertes aunque delgados, con los ojos ese rostro de niño travieso que por fin se había soltado. Lo separó suavemente de sí y sin que Raf pudiera siquiera sospecharlo, empezó a besar su sexo, a lamerlo lentamente; lengua, dientes, saliva, todo en la boca, mientras lo acariciaba con ambas manos, como a un cachorro manso, sin dejar que se escape de sus labios esa parte tan íntima, esa piel tan joven, suave y caliente que se inflamaba y contenía, ante los mordiscos y las quejas gustosas. Raf se sentía en el paraíso, jamás había tenido esa sensación.
Cuando abruptamente, Millie se puso boca abajo, él pareció enloquecer. Esas nalgas eran su obsesión y las fue lamiendo lentamente hasta hacerlas sacudir de ganas.Ella no podía ver la cara de su amante, pero si sentir sus manos bajar desde su cuello, donde la besaba y lamía, hasta su espalda y se fue acomodando para empezar a sacudirse en espasmos frenéticos y placenteros, explotando en un gemido gutural, mientras seguía moviéndose suavemente para sentirlo más y dejarse llevar también por sus propios goces.
Un “no puedo creerlo” fue lo único que escuchó del muchacho mientras, completamente exhausta, se levantaba para ir a la ducha.Cuando salió se quedaron fumando y hablando de tonterías…
_No te enojás si te digo que te tenés que ir porque vienen mis viejos?
_Pero no, nene, no te inquietes, entiendo… no me imaginaba saliendo a caminar y cenando juntos… pensarían que llevo a mi hijo de paseo…
Cuarenta y ocho años.Hembra y secretos íntimos e insospechados. No estaba mal permitirse una cita con pendejos de vez en cuando. Respiró satisfecha.Mientras enfilaba hacia la puerta supo que no volvería a verlo y se alejó del lugar con la certeza de que pronto otro inexperto pajero imberbe caería en su telaraña…

4 comentarios:

Alex dijo...

Inauguraste el blog del taller???
Y con un cuento bárbaro!
Beso

Roberto Vera dijo...

ALEX,siii,y ademàs bajè "el abanico".beso literario.

Roberto Vera dijo...

@YAHOO.COM.ARROBERT: Estoy muy contento con este blog.
Creo que va a ser un buen veículo para todos los que tienen interés en la literatura, la escritura de poemas y cuentos, etc.

Roberto Vera dijo...

Robert: ¿Qué es el tiempo?
El tiempo no es más que tardanza de lo que está por venir...