Fue entonces que te descubrí.
Esa tarde de inicio de la primavera,
cuando llegaste
tímida
como una gacela perdida en un bosque nuevo
Te miré,
vi tu rostro tan tierno,
tu cuerpo esbelto, delgado y tus pechos firmes,
y supe que te querría para siempre
Constantemente quiero penetrarte
aunque solo sea con la mente.
Te amo sí, es cierto,
pero perteneces a otro hombre, a tu familia
y me conformo con verte de vez en cuando;
las gaviotas
te traen
regularmente
a mi puerto.
Roberto Vera
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