Mi vieja decía: -En esto tenés futuro, por ahí te pasa como en El lado oscuro del corazón y se te enamora un poeta -a lo cual contesté: -¡Poeta!, ¡quiero un multimillonario!, no soy boluda, además, te tengo que mantener a vos, o ¿te olvidabas? Y me vine solita a Buenos Aires, hice mis conexiones, y aquí me ven aprendiendo de lo que creí que sabía todo. Tengo que confesar que estoy un poco nerviosa; ¡no, no soy virgen!, tengo dieciocho años y tuve alrededor de… no sé, treinta novios, pero con todos lo hice “por amor” o al menos a ninguno le cobré, ¿cómo será esto de que te paguen por dar placer? ¿se sentirá igual? -Hacé todo lo que sepas, el cliente se tiene que ir satisfecho, por supuesto, de acuerdo a lo que paga -me dijo la madame- y ahí me mandó una lista de precios y servicios, que ya no me acuerdo nada. La vieja; una genia, de la vida, la cama y de hacer gozar a los hombres sabe todo. -Tenés buen lomo -me decía- mientras me tocaba por todas partes. Me tiró algunos datos de poses, como mirar, donde acariciar, que me resultaron interesantes, lo mío no era de libro y dijo: -Vos, creo que sabés más de lo que parece, ya me van a chusmear, cualquier cosa después hablamos ¡a trabajar! Quedé sola en una habitación con un teléfono, algunos espejos en las paredes, unos preservativos y un baby doll rojo y unos zapatos taco aguja de película porno; me miré al espejo, la verdad, buen lomo, unas piernas espectaculares, no me gustan mucho mis tobillos, pero ¿quién me los va a mirar con las gomas que tengo? Me empezó a quemar la cabeza, ¿cómo será mi primer cliente?, viejos no me gustan, tampoco muy pendejos, estaría bueno una mezcla de Brad Pitt, Leonardo Di Caprio y David Beckham… una carcajada retumbó en la habitación mezclándose con el timbre del teléfono que empezó a sonar, ¿serán ellos?; atendí: -Ahí va uno, completo, ya sabés, buena suerte y ¡a gozar mamita! Me senté en la cama con mis piernas cruzadas, dejando ver la mínima tanga, bajé más el baby doll hasta dejar la mitad de mis pezones a la vista, puse cara gatuna, los brazos estirados hacia atrás y la espalda tan curva, que me dolía. Golpearon, aclaré la voz y dije: -Pasá, amor; la vieja me había dicho, que nunca pregunte el nombre, siempre llamalos vida, cariño, a ellos les gusta el anonimato, además te podes equivocar y nombrar algún viejo amigo.
Se abrió la puerta… y ahí frente a mí, apenas a dos metros de distancia, estaba el hombre, mi primer cliente. Se elevaba a escasos noventa centímetros del piso, un enano, sí, como los de circo, cabezón, brazo corto, mirándome con la boca entreabierta y babeante, los ojos desorbitados. En tendí todo en un segundo, me estaban haciendo pagar el derecho de piso y no arrugué, cambié de inmediato mi cara de asombro por la de gato caro. Se acercó y sentada lo empecé a acariciar y sacarle la ropa; el hombre estaba muy bien armado, demasiado diría yo, incluso comparándolo con otros mortales normales; eso me sobreexcitó, cerré los ojos y el enano fue una mezcla de Brad, Leo y David, me tiró en la cama y la verdad sabía más que todos los hombres que conocí hasta ahora. Mis orgasmos se multiplicaban hasta volverme loca, no hice absolutamente nada, se dedicó a hacerme gozar, es más, hasta le hubiera pagado yo. Cuando quedamos extenuados en la cama le encajé un beso de agradecimiento, el pobre no entendía nada.
Se fue y me quedé dormida. Las campanadas de una iglesia me despertaron. Me levanté y me miré al espejo, ¡qué debut!, lástima que el enano haya sido producto de un excitante ensueño. Mi cara distendida y mi cuerpo húmedo y agitado delataban una noche lujuriosa que recién culminaba, las campanas volvieron a sonar, me puse la ropa de novicia y salí corriendo, ya estaba llegando tarde a misa.
Se abrió la puerta… y ahí frente a mí, apenas a dos metros de distancia, estaba el hombre, mi primer cliente. Se elevaba a escasos noventa centímetros del piso, un enano, sí, como los de circo, cabezón, brazo corto, mirándome con la boca entreabierta y babeante, los ojos desorbitados. En tendí todo en un segundo, me estaban haciendo pagar el derecho de piso y no arrugué, cambié de inmediato mi cara de asombro por la de gato caro. Se acercó y sentada lo empecé a acariciar y sacarle la ropa; el hombre estaba muy bien armado, demasiado diría yo, incluso comparándolo con otros mortales normales; eso me sobreexcitó, cerré los ojos y el enano fue una mezcla de Brad, Leo y David, me tiró en la cama y la verdad sabía más que todos los hombres que conocí hasta ahora. Mis orgasmos se multiplicaban hasta volverme loca, no hice absolutamente nada, se dedicó a hacerme gozar, es más, hasta le hubiera pagado yo. Cuando quedamos extenuados en la cama le encajé un beso de agradecimiento, el pobre no entendía nada.
Se fue y me quedé dormida. Las campanadas de una iglesia me despertaron. Me levanté y me miré al espejo, ¡qué debut!, lástima que el enano haya sido producto de un excitante ensueño. Mi cara distendida y mi cuerpo húmedo y agitado delataban una noche lujuriosa que recién culminaba, las campanas volvieron a sonar, me puse la ropa de novicia y salí corriendo, ya estaba llegando tarde a misa.
1 comentario:
yanosoylaquefui escribió El debut y El teléfono les mando un beso grande a todos y hasta la vuelta...
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